Las chinches de la cama

La relación entre las chinches y el hombre se remonta hasta la antigüedad, prueba de ello es que se han encontrado restos en yacimientos arqueológicos de más de 4000 años. Probablemente las chinches pasaron de parasitar a los murciélagos al hombre, cuando éste vivía en cavernas. El paso de ser nómadas a establecerse en aldeas y ciudades haría más fácil las infestaciones. Paralelamente el calor producido por el fuego para cocinar y calentar las casas también facilitó su desarrollo. Se extendieron por Europa y Asia, siendo el comercio un vehículo para su diseminación. Llegaron a China en el 600aC, a Italia en el s. I aC. Se tiene constancia de su aparición en Francia y Alemania en los s. XI y XIII respectivamente mientras que los primeros informes de chinches en Inglaterra datan del s. XVI.

Más tarde llegaron a las Américas a bordo de los barcos de los primeros exploradores, extendiéndose por todo el territorio con las grandes colonizaciones del s. XIX. En esta época ya existían se disponían de remedios contra las chinches, como los polvos de piretro y se empezaba a hacer hincapié en la prevención y la detección temprana.

A principios del s. XX con la generalización del uso de calefacción central en los edificios o el uso de radiadores y calentadores las chinches podían proliferar durante todo el año. Se estima que en Europa, en las décadas de los 30-40, un tercio de las viviendas presentaba chinches de la cama.

Después de la 2ª Guerra Mundial, el uso de insecticidas sintéticos (como el DDT), combinado con unas mejores condiciones de vida, con la eliminación de barriadas de chabolas y con la construcción de viviendas asequibles, mayor conocimiento y aplicación de medidas preventivas contribuyó a un sorprendente descenso de las poblaciones de chinches tanto en Europa como en el resto del mundo desarrollado.


Y así fue durante unos 50 años. Pero con la llegada del nuevo siglo se ha habido un resurgimiento de las chinches de la cama, y los avisos por infestaciones crecen exponencialmente. Esto puede deberse a múltiples factores:

• Incremento en el número de viajeros y pernoctaciones, por la reducción del precio de los billetes de avión y de las estancias hoteleras, la proliferación de alojamientos y alquileres compartidos de casas y de habitaciones tipo “airbnb”, etc. hace que haya un mayor movimiento de personas por todo el mundo.
• La globalización en el movimiento de mercancías.
• Relajación de los ciudadanos que, en ausencia del problema, han descuidado ciertas medidas básicas preventivas como el inspeccionar mobiliario, enseres o ropa de segunda mano que llevamos a nuestra casa.
• Reducción en el número de insecticidas disponibles, y tendencia al uso de insecticidas específicos frente a genéricos. Muchos insecticidas eficaces frente a las chinches (organofosforados) o de potente acción residual (organoclorados) se han prohibido por motivos de seguridad.
• Aparición de resistencias. Las chinches han evolucionado adquiriendo resistencia a los principales insecticidas usados hoy en día (piretroides: deltametrina, lambda-cihalotrina, bifentrin, cifenotrin; carbamatos: bendiocard, propoxur,  y neonicotinoides: imidacloprid, acetamiprid, dinotefuram, tiametoxam). Es decir, los insecticidas más comunes no tienen efecto contra las chinches de la cama. Incluso se están empezando a ver que son capaces de tolerar insecticidas hasta ahora eficaces como los pirroles (clorfenapir). Por suerte tenemos algunas otras familias de insecticidas disponibles y también, debido a las mejoras en su formulación y al uso de sinergizantes, algunos productos a base de éstos mencionados siguen siendo efectivos contra poblaciones resistentes. Sin embargo, cada vez es más necesario tratar las chinches directamente con el insecticida, en lugar de confiar en su acción residual, que es baja o prácticamente nula. Hace unos años para erradicar una plaga sólo se requería un tratamiento, ahora, habitualmente, se necesitan varios.

 

• Mala planificación de los tratamientos. Muchos aplicadores sin experiencia o la proliferación del Hágalo Usted Mismo traen como consecuencia un empeoramiento de la situación, por aparición de nuevas resistencias, propagación de la infestación a viviendas anejas, etc.
• Imposibilidad de un sector de la población más desfavorecido de hacer frente a los costes de un tratamiento en su vivienda.

Así pues parece que las chinches de la cama han vuelto, y si no nos ponemos las pilas, esta vez para quedarse.